En 1962, el Fomento del Turismo de Mallorca y un grupo de empresarios hoteleros decidió crear un premio al "Visitante un millón". El día señalado y conociendo ya el vuelo donde se iba a producir este número, se contactó con el piloto de un vuelo de BEA “British European Airways” que volaba desde Inglaterra para alertar a la tripulación y asegurarse de que el «pasajero un millón» (una pareja de Manchester que pasaría dos semanas de vacaciones en Mallorca) fuese recibido por una banda de música, bailes típicos mallorquines y dignatarios al aterrizar en Palma.
Cuando se abrieron las puertas del avión, en lugar de la pareja designada, una viejecita dama inglesa descendió sonriendo, saludando al comité de bienvenida y posando ante las cámaras de prensa. El gerente del Fomento, el señor Antoni Pomar, tuvo la vergonzosa tarea de decirle que la bienvenida no era para ella sino para la pareja de detrás de ella. La dama respondió: “Perdone mi error, la verdad es que pensé que todo esto lo habían organizado para mi. Quizás debido a que he escrito mucho sobre la isla a la que tanto amo. Por cierto, mi nombre es Agatha Christie”. Antoni Pomar, el representante del Fomento no podía creer que se hubiera perdido tal oportunidad promocional, en su libro de memorias “Anecdotario Turístico de Baleares” (1991) escribió: “Me pareció ver que la pista de aterrizaje se hundía bajo mis pies. No podía creerme que hubiera sido Agatha Christie la que hubiera representado este honor”.
La autora visitó Mallorca por primera vez en 1932 y más tarde descubrió el norte de la isla y le encantó Pollença, sobre todo el Puerto de Pollensa y Formentor, donde regresó en diferentes y múltiples ocasiones siempre de incognito y sin mucha compañía. Las primeras ocasiones se hospedaba en Palma de Mallorca pero lo dejó de hacer debido a lo que ella consideraba que estaba saturada. La zona de Pollença también fue su inspiración para el misterio del asesinato titulado “Problema en la Bahía de Pollensa” (1939). Quedó constancia de sus estancias en el “Hotel Formentor” y en el “Hotel Illa d’Or” y de sus visitas al pueblo de Pollença y la Cala Sant Vicenç, pero no hay mucha documentación ni escrita ni gráfica sobre esto ya que no era muy amiga de los actos públicos o sociales, por eso la leyenda cuenta que ese mismo día de 1962, cuando aterrizó el avión de la BEA, era ella la que casualmente estaba destinada a ser el turista un millón pero le dijo a las autoridades que por favor no lo hicieran ya que venía de incógnito y por eso se eligió a la pareja que descendía del avión justo detrás de ella. Pero eso mejor lo dejamos para alguna serie de televisión o novela de misterio.